Preventas exclusivas... Asientos especiales... Disponibilidad en línea... Se quedaron atrás los buenos tiempos, donde conseguir una entrada para un espectáculo era una labor de sudor, pero sobre todo sólo para verdaderos fans.
El pasado noviembre, Roger Waters anunció la segunda visita a nuestro país con el espectáculo completo de "The Wall".
Inmediatamente los fanáticos que en principio quedamos excluidos de sus 3 primeros conciertos en el Palacio de los Deportes, sentimos que abría una segunda oportunidad de disfrutar el espectáculo.
Las formas de adquirir los asientos y la capacidad del Foro Sol, contribuían a pensar que ahora sí se podría conseguir un asiento decentemente.
Nada más lejano... Apenas abierta la preventa los asientos se habían agotado. Lo más impensable es la situación que se presentó. No hubo forma de adquirir adecuadamente boletos en taquillas. Un amigo cercano me comentó que asistió a las taquillas de Foro Sol, Ticketmaster en Mixup y se dividió el trabajo con varios seguidores más para obtener alguno boletos. Fue imposible.
La reventa debería ser como "revienta", puesto que los lugares quedaron totalmente agotados y desde ahora puedes conseguir el boleto de 300 pesos en mínimo 1700 pesos por fuera.
Las campañas promovidas para espectáculos a través de tarjetas bancarias no sirven, ni servirán en nuestro país por razones económicas.
México es uno de los países que paga los boletos más caros por asistir a un espectáculo extranjero, las localidades son vendidas sin capacidad logística y sobre todo con el ánimo de consumo a alto precio.
El negocio musical, no sólo se vuelve más elitista con estas prácticas, sino que entierran la posibilidad de crear espectáculos originales en México.
Sería interesante analizar la proporción de compra de un espectáculo extranjero contra uno nacional. La comparativa no necesíta de un análisis de Consulta Mitovsky.
Pero el caso Waters en México tiene su vertiente muy especial.
Roger Waters es un acérrimo enemigo del sistema capitalista ideológicamente hablando. Sin embargo, la práctica de los conciertos revelan que los peines de oro, son una debilidad del ex-bajista de Pink Floyd.
Un par de semanas antes, se desmintió en Argentina que Waters daría un concierto gratuito en aquel país después de vender 9 fechas consecutivas en el Estadio River Plate.
Esto hubiera posicionado a Waters como un verdadero estandarte de la libertad musical, una verdadera opción de "pensar socialmente a través de la música".
Pero con ello, Waters hundió la "beatificación roquera" que se le predestinaba, gracias a su apoyo a causas sociales en el mundo.
En 1990, Waters presentó el mismo espectáculo en la Plaza Postdamer en Berlín, punto neutral entre las partes oriental y occidental en Alemania.
El concierto fue masivo, cobrado en un principio, pero deliberadamente regalado para quienes quisieron asistir.
En Argentina, existe una tradición roquera y de conciencia profunda con un impacto más presente en la música para jóvenes. Es menos reprimido y goza de mayor difusión.
Se entiende que comercialmente, regalar un concierto podría significar repertirlo en otros países. ¿Pero es tan mala idea regalar un concierto?
Las giras siguen una logística, que requiere de recursos para seguir operando durante las giras. Por ello sería difícil pensar que la productora de Waters regalara los eventos.
No podemos justificar sus acciones, pero Waters simplemente va de gira con las manos amarradas, otorgando el beneficio de la duda en caso de que quisiera regalar su música al mundo.
En lo personal considero que Waters tiene entre sus manos una situación fuera de control. Está bien que cobre por sus conciertos y busque el beneficio que produce una idea creativa sobre un escenario. Lo único que habría que pedirle, es que deje de usar íconos o símbolos sociales como estandarte de una práctica poco ética.
Tan malo es no predicar con el ejemplo, cómo predicar el ejemplo ajeno con carácter de propio...
Waters... te hemos perdido.