El pasado 1ero de Septiembre, Enrique Peña Nieto anunció la creación de la nueva Secretaría de Cultura, en un pasaje de su Tercer Informe de Gobierno.
Un anuncio que vendría a generar todo tipo de reacciones políticas, artísticas, sociales y particularmente entre los diversos campos que abarca el término de "cultura".
La gran pregunta es: ¿Es la Secretaría de Cultura una necesidad? ¿Aportaría algo a la industria del Music Business en México?
La tradición política en México
Para la mayoría de los mexicanos, el anuncio de nuevas instituciones significa esperanzas y sueños de crecimiento. Dentro del sector cultural, siendo tan amplio concepto en un país que integra infinidad de expresiones culturales, el anuncio de una Secretaría suena a barco de salvación para unos y desaucio para otros.
En México, no podemos negar que existen élites sociales y también en los diversos sectores económicos del país.
Para algunos, la creación de una Secretaría de Cultura, serviría simplemente para extender las prácticas obsoletas de financiamiento vitalicio a ciertos sectores políticos y culturales.
Quedarte una beca de Conaculta ha quedado en la mira de los millones de artistas que habitan el territorio nacional y lo anhelan como el pago necesario para sobrevivir sus carreras.
La otra opción es entregar tu legado cultural a las empresas transnacionales que cuentan con recursos e infraestructura legal, económica y mercantil para explotar tus recursos culturales.
En el Music Business en México, se traduce en entregar el legado musical a las Majors, llevándose con ello los beneficios tan necesarios para los creativos mexicanos.
¿Entonces?... ¿No tiene sentido?
Tendría sentido una Secretaría de Cultura, si la demás infraestructura del Estado cumpliera cabalmente con sus responsabilidades inmediatas para las que fueron creadas.
Dentro del Music Business, hay instituciones clave que están fallando brutalmente en la administración, organización y difusión de sus objetivos.
El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), se dedica a perseguir revendedores de piratería musical y videogramas que las Majors le señalan, en vez de desarrollar campañas de prevención.
No hay talleres o cursos enfocados a la protección intelectual accesibles, mucho menos enfocados a la materia de empresas culturales como disqueras, tianguis de discos, estudios de grabación o diseño gráfico.
Simplemente se ha convertido en el brazo ejecutor del Instituto Nacional del Derecho de Autor (INDAUTOR), que tampoco cuenta con programas de difusión y prevención de la protección intelectual en los sectores más vulnerables.
Pertenece a la Secretaría de Educación Pública (SEP), en cuyos programas de estudio no existe referencia a la protección intelectual que debería ser incluída con muchos otros derechos ciudadanos que desconocemos hasta entrados en la Universidad.
Al mismo tiempo, la SEP no cuenta con procesos de certificación para campos fundamentales del audio producción como Ingeniería en Audio, Masterización, Producción Musical y Negocios del Music Business, delegándolo a las Universidades Privadas que simplemente complementan sus temarios de Comunicación, Diseño, Administración y Ciencias de las Artes con "embarraditas" sobre los modelos de negocios y estrategias en otros países no aplicables al caso mexicano.
Otras opciones son las escuelas comerciales que utilizan el sistema REVOE para validar los conocimientos adquiridos, muchas veces con carencias educativas sustituídas por tecnología que pocas veces está disponible en el campo de trabajo en México.
¿Qué tendría más sentido?
Una mejor opción a la Secretaría de Cultura, a mi parecer, es impulsar y establecer una Reforma Cultural. El artículo 4to Constitucional dice:
"Toda persona tiene
derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y
servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio
de sus derechos culturales. El Estado promoverá los medios para la
difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad
cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno
respeto a la libertad creativa. La ley establecerá los mecanismos
para el acceso y participación a cualquier manifestación cultural."
Aunque representa una garantía de acceso, no implica una obligación particular del Estado a crear los mecanismos de gestión, organización, difusión y entrega de la cultura a los mexicanos.
Es decir, tenemos derecho a acceder a la cultura tal y cual la presta el Estado, más no obliga al Estado a asegurarla con un derecho de calidad y justa distribución.
CONACULTA es la institución encargada de organizar los bienes económicos y culturales en el país. Sin embargo, las cabeceras municipales, gobiernos estatales y comunidades individuales, dependen de sus propios programas para establecer casas de cultura, eventos culturales (que normalmente son utilizados con fines políticos) y que carecen totalmente de un plan de trabajo en gestión y administración cultural apropiados.
Una Reforma Cultural, obligaría al Estado a establecer los mecanismos de infraestructura y recursos adecuados para cumplir con las necesidades propias de cada comunidad independientemente de sus gobiernos locales.
Conclusión
Una Secretaría de Cultura, vendría a agregar principalmente trámites y organización de proyectos sobre un terreno abonado para el desastre. No existen mecanismos legales apropiados, no hay impulso a la propiedad intelectual, no hay presupuesto para crear los espacios adecuados o restaurar los actuales. Peor aún, no existe la industria cultural necesaria que permita tangibilizar los avances propuestos por una Secretaría de Cultura.
La mejor opción es profundizar en los procesos de las Instituciones activas, optimizar sus procedimientos y recursos que sienten las bases para un florecimiento cultural adecuado. Recientemente ha habido propuestas importantes en materia cultural, como la propuesta por el GRECU-UAM Xochimilco que encabeza el Mtro. Eduardo Cruz Vázquez. La propuesta para estos cambios en la legislación pueden consultarlos en la siguiente liga: http://economiacultural.xoc.uam.mx/index.php/reforma
Es momento crucial para los actores culturales del país, comprender que la unidad va más allá de salir a las calles a exigir becas que nunca llegarán a sus manos.
Cambiar la mentalidad cultural es un proceso difícil pero no imposible.
De otra forma, hasta la flor más bella se secará en el ambiente cultural tan hostil que vivimos en nuestros días.
Rafael Mendoza analiza el Music Business en México
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