jueves, 5 de diciembre de 2013

Radio Teatro: El arte de construir un escenario en cada mente...





Es casi un arte perdido. Las grandes cadenas radiodifusoras y las pequeñas radios emergentes han relegado este género radiofónico casi al olvido.

La radio durante las primeras décadas del siglo pasado fue el medio de entretenimiento y rey en los hogares. La programación estaba constituida por eventos deportivos y noticiosos, programas de aficionados al canto,  poesía  y alguno que otro talento especial con sus respectivas menciones publicitarias.

Sin embargo, uno de los elementos que hizo de la radio el medio de comunicación por antonomasia fue la producción y trasmisión de historias que se dramatizaban. 

Acompañadas por  efectos de sonido, música y actores, se combinaban en el estudio, un escenario capaz de  atrapar al escucha y volverlo cómplice de secretos, amores y crímenes que día a día mantenían a la familia unida a ese invento electrónico.

Estas historias eran relatadas en tiempo real, es decir, que el oyente las escuchaba en el mismo momento en el que eran actuadas, los efectos de sonido eran creados cuando  el guión los marcaba y en el que la imaginación de los responsables jugaba un papel trascendental para crear el ambiente  y el lugar donde se desarrollaba la acción.

Horas de ensayo como cualquier puesta en escena, recaían sobre los actores que no deberían de fallar durante la transmisión y que de hacerlo deberían de sortear con el arte de la improvisación cualquier tropiezo para no perder el ritmo de la escena.

Su voz era el vehículo para que  la gente sin ver sus rostros imaginara la belleza de la mujer fatal, se enamorara del príncipe azul y odiara al monstruo deforme que ponía en peligro al mundo entero.

A la llegada de la televisión este rey fue perdiendo su imperio. El lenguaje visual, cuya cualidad de síntesis nos quitó la capacidad de construir la curvas de la heroína,nos la presento de carne y hueso, sacó de nuestra mente  los colores de un amanecer y los cambió por el decorado de una pintura enorme.

Al cerrar los ojos y escucharlo  por la radio, cada uno de los escuchas diseñaba su propio escenario, un paisaje. La heroína diferente para cada publico, pasó a ser el mismo para todos.

Si bien muchos de los artistas de los efectos de sonido llevaron su trabajo al cine, en la televisión la capacidad de relacionar lo visual directamente con la acción, dejó que tanto el espectador como el productor no tuvieran un especial interés en los detalles sonoros relegando al espectador a ser un simple consumidor de estereotipos  e ideales visuales.

Este arte al pasar el tiempo se ha ido diluyendo y vuelto como un pedazo de artesanía  difícil de encontrar, casi siempre  en festivales, muestras culturales y concursos, pero sin ser una constante en la programación de las estaciones. Lo cual me parece completamente irónico.

Si podemos recordar  la capacidad creativa y las herramientas que se tenían en la década de los 20’s del siglo pasado y la contrastamos con lo que tenemos en la actualidad, es risible  pensar que se carezcan de elementos para retomar y posicionar de nuevo el radioteatro como un producto rentable.

Entonces, ¿a qué se debe la poca transmisión de programas de esta índole? 

Responder que es a compromisos comerciales  por parte de las radiodifusoras se me hace una salida simple. Creo que el problema está en la falta de creatividad de los productores, en el egocentrismo de los locutores y su falta de creatividad en una recurrente  promoción del “periodista y líder de opinión”. 

Desgraciadamente en mi país, a falta de cultura por la lectura por parte de oyente y del locutor, ha generado una pobreza de lenguaje, que al escudarse en formar parte de la “banda”, ha legitimado el uso de un vocabulario tan limitado que sería imposible compararlo con alguno de los actores de ese radioteatro perdido.

Los avances tecnológicos nos dan la oportunidad de producir y postproducir, cosa que era prácticamente imposible en esos tiempos.

El escenario se montaba en el mismo instante en que empezaba la transmisión. 

En la actualidad, tenemos librerías de sonido, samplers, sintetizadores, programas que nos permiten crear y editar sonidos nuevos, tanto en tiempo real como en una postproducción ¿ cuál es la limitante entonces para no crear nuevos productos?. 

Dinero no lo creo. Las empresas siempre apoyaran proyectos de calidad. Si funcionó hace casi noventa años podría funcionar de nuevo, creo que es falta de creatividad y de ganas de trabajar por parte de los encargados de producción y la comodidad  que generan otro tipo de programas.

Desde nuestros lugares, creo que es tiempo de ser propositivos y de presentar nuevas ideas, a los clientes, a los escuchas. 

A nosotros mismos como productores, ingenieros,  músicos y publicistas, pues todos usamos el sonido para jugar con las emociones, sueños y fantasías del oyente.

Raúl Beltrán desarrolla proyectos en Ad Libitum Estudio
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