Loudness War: Una guerra intensa
Sonar por sonar...
En nuestros tiempos, las diferencias económicas, políticas, sociales y culturales se miden de la cabeza al cielo. Si somos mejores es porque vestimos lo más caro, compramos lo más caro, hacemos lo más difícil, pensamos lo más importante, conocemos a más gente, en fin... Todo es más y más...
En la audio producción el efecto es similar, sobre todo cuando hablamos de sonar más fuerte que la competencia.
El origen del Loudness War
El Loudness War (Guerra de lo más ruidoso), se inicia con las posibilidades técnicas del CD y sus procesos de masterización.
La música y la voz en un tema musical en vivo, nos parece más placentera a veces, simplemente porque maneja lo que denominamos dinámicas. Por momentos es fuerte, por momentos débil y queda a la interpretación del ejecutante hacer más viva o tranquila un tema musical.
La música clásica y el jazz son ejemplos claros de cómo las dinámicas musicales colaboran en la intención del autor por transmitir un sentimiento.
Con la llegada del CD, las primeras transferencias a este nuevo formato, venían acompañadas de sus dinámicas originales.
Calidad contra cantidad
Sin embargo, cuando la industria se dió cuenta que era posible utilizar filtros y compresión digital para dar una mayor cantidad de volumen a un disco, se dió que la gente buscaba los discos que sonaban un poco más fuerte que los discos sin procesar.
Como para la industria todo es dinero, se empezó a pedir a las casas de masterización que se incrementara el volumen de los títulos en lo posible para generar más ventas y espectativa de que los discos "tal" eran mejores porque sonaban más fuerte.
Los ingenieros señalaron que comprimir las dinámicas de una grabación (similar a lo que hacemos con un sandwich cuando lo "apretamos" para sentirlo más firme), provocaría que el sonido perdiera su forma original a cambio de sonido más fuerte. Esto a la industria le pareció poco y se procedió a continuar sus planes comerciales.
La siguiente imagen puede demostrar como el material introducido en la época de los 80 tenía sus dinámicas bien establecidas y cómo con el paso de los años se ha ido deformando hasta parecer un bloque sólido que no suena tan agradable como el primero.
La realidad expandida
Actualmente, la mayoría de los clientes de audio producción, solicitan al término de su proyecto y previo al maquilado que su disco suene tan fuerte como sea posible. Al solicitar muestras de lo que ellos consideran buen volumen, normalmente entregan archivos sobre saturados y donde las dinámicas se encuentran totalmente perdidas. Un ejemplo claro de lo que puede ser recompresión forzada es el último álbum "Death Magnetic" de Metallica. Su sonido es tan malo, que los fans han pedido se vuelva a masterizar con un nivel adecuado, al descubrir que algunas versiones incluidas en un popular videojuego de imitación musical (si, eso no es aprender a tocar), sonaba mejor que la versión del CD.
Conclusión
La industria es más inconsciente ahora que hace 30 años cuando el CD empezó a funcionar en el mercado. El MP3 es otro horroroso intento de volver comercial la digitalización para difundir un trabajo de producción excelente. No hay ninguna regulación comercial o tecnológica para la prohibición de codecs y procedimientos que produzcan una "mejoría" a cambio de una tontería.
La "Loudness War" empieza a perder fuerza en algunos sectores y no ha afectado a otras que consideran mejor cuidar el producto de principio a fin sin que sufra daños en la masterización.
Si usted es una de esas personas que piensa que "más fuerte" es mejor que calidad, que "más sonido" es símbolo de mejoría, posiblemente su oído ha sido una baja civil en esta guerra, donde la salud de sus oídos no le importa a una industria que vende cajas llenas de música hechada a perder...
Rafael Mendoza
Productor en Ad Libitum Estudio
blog@adlibitumestudio.com
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