Mas allá del entrenamiento auditivo...
Por Raúl Beltrán
Una de las exigencias más difíciles del
trabajo de audio producción, es acostumbrar a nuestro cerebro a discernir la gran cantidad de sonidos con los
cuales tenemos que trabajar.
Para la mayoría
de ingenieros, el entrenamiento auditivo es como una sesión de trabajo de balón para un futbolista.
Pero más allá
del ejercicio de un profesional del sonido, creo que es importante educarnos para escuchar mejor.
Nace el rey muere el rey.
En nuestros
primeros meses de vida, nuestro oído es el rey, el ojo no es capaz de
identificar por completo las figuras, las imágenes son borrosas y el pequeño se
guía por las sombras o colores.
En estos
primeros días, el sonido de la madre o del padre son los referentes principales
del mundo del pequeño. A medida que este crece y sus otros sentidos se agudizan, el mundo empieza a comprenderse de
diferentes maneras y el oído se hace complemento de imágenes definidas de caras reconocibles.
El sonido y la comunicación.
Siguiendo con
los primeros años de vida, el
sonido será una parte importante en nuestro proceso de comunicación. Al
principio, con el llanto y gritos podemos
hacernos notar, gracias a la capacidad de identificar y reproducir
diferentes sonidos podemos generar nuestro lenguaje, es decir, aprender un
idioma.
La edad temprana
es donde radica la capacidad de un individuo de generar diferentes sonidos y el
manejo de las cuerdas vocales, por esta razón es más difícil que un adulto aprenda la pronunciación correcta de otros idiomas.
Pero esto requerirá de entrenar el oído y
acostumbrarse a esos nuevos sonidos (palabras, frases), para usarlos y
comunicarse. También sucede cuando pasamos mucho tiempo en cierta región aunque
nuestro idioma sea el mismo terminamos adoptando el acento de la región o el
ritmo de los habitantes sin darnos cuenta.
Una bola rugosa moviéndose rápidamente.
El mundo del
sonido nos permite percibir diferentes tipos de sensaciones, la mayoría de
ellas nos remiten a la fuente que lo produce, es decir la textura que tiene el
elemento sonoro.
Un paseo por la nieve tendrá una textura
diferente al sonido del choque de las ramas por el viento, en términos musicales, el parche de una
tarola puede ser más rugoso que el de un tom estos dos parches al ser tocados con las escobillas
tendrán diferente textura.
El movimiento,
es también una de las características que
nos aporta un buen entrenamiento auditivo, el sentido del oído tiene la
capacidad de codificar la posición
de la fuente sonora, y sus variaciones en el espacio en el que se reproduce, si
una fuente es fija, o si esta en movimiento nuestro sentido podrá interpretar el tamaño del recinto, las distancias entre diferentes
elementos que suenan al mismo tiempo,
así como la velocidad con
la que esta fuente se está moviendo.
Si podemos
interpretar estas variaciones de intensidad y tiempos de arribo, podremos crear un paisaje sonoro,
jugando con los diferentes planos y texturas que nos aporta esa información.
A medida que
crecemos esta cantidad de información
se vuelve tan cotidiana que perdemos
la referencia de lo importante que es. En los primeros años de escuela, a los niños se les enseña a hacer
ruido para que conozcan las diferentes texturas; con el paso del tiempo nos
vamos resignando a una educación en la que se aprende desde el silencio, desde
el estar callado solo para escuchar a una persona delante de un salón de clases.
Música para evadir o música para perderse.
A medida que la
sociedad ha ido creciendo y evolucionando, la cantidad de información sonora en
las ciudades se ha convertido en un problema, tenemos zonas consideradas como
acústicamente contaminadas, por el
excesivo ruido producido por la actividad
el hombre.
Es evidente que
en la vida cotidiana no podemos ir picando botones de mute para seleccionar los
sonidos que queremos escuchar o queremos omitir, no querer escuchar el paso de
los autobuses o la alarma del auto.
Lo que si podemos hacer es entrenar a nuestro cerebro para poner más atención
al sonido que nosotros queremos, la conversación o la pieza musical que toca el
radio.
Al igual que el
sentido del olfato que después de cierto tiempo termina por acostumbrarse a un
olor fétido o más bien tiende a ignorarlo, nuestro cerebro puede dejar de poner atención a esos
sonidos molestos.
Sin embargo más allá
de educarnos a disfrutar de la gama de sonidos y jugar con ellos tratando de identificarlos, el uso de los
audífonos como parte de la abstracción del entorno se ha vuelto más común.
Tratamos de ver
a la música como el único sonido
agradable, la forma de escaparnos
de los “ruidos” de la ciudad sin embargo ¿qué calidad de música estamos
escuchando?, tal vez lo que a mí me parezca música para otros será ruido. ¿Podemos identificar todos los
sonidos que están dentro de una pieza musical, podemos definir cada instrumento
dentro de esta?, porque no hacer el ejercicio de salir a la calle
y dentro de tanto
ruido encontremos un sonido agradable.
Hace algunos
días una amiga que sale a correr había terminado el ejercicio molesta por haber
olvidado su ipod, si en lugar de pensar en el olvido se hubiera concentrado en
lo que escucha a su alrededor descubriría de nuevo lo que le parque tiene por ofrecerle.
La música no lo
es todo, es parte importante; pero si por ella te pierdes del mundo, carece de magia.
Conclusión.
Nuestro oído es
un procesador de información infinita; si no lo ponemos a trabajar se volverá
obsoleto.
La cantidad de hechos sonoros que somos capaces de interpretar
como texturas, timbres, movimiento, ubicación, son un trabajo que está haciendo
constantemente nuestro cerebro, pero podemos pasar de un nivel
inconsciente a un nivel consiente si lo educamos a seleccionar las características
de cada uno de los sonidos.
Más allá de buscar el
oído absoluto, de entender cuando falla un cantante en la
afinación o encontrar el armónico que no nos gusta, o la frecuencia del
feedback, el ingeniero de sonido debe de entrenar su oído para ser un cazador
de recuerdos y suvenires sonoros.
Sin embargo la educación auditiva no debe de
ser solo de los ingenieros o músicos, todos deberíamos
de considerar educar a nuestro
oído. De la misma forma que para nuestros músculos estén en forma, hacemos
deporte, nuestros oídos necesitan un entrenamiento constante.
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