miércoles, 18 de mayo de 2016

¿Podemos construir un mejor negocio de la música?...



¡Que tal!.. Me da mucho gusto volver a escribir para el Blog de Ad Libitum.

Han pasado algunas semanas desde nuestro último post, principalmente porque me enfoqué en apoyar el lanzamiento de la Plataforma Educativa Ad Libitum. 

En cada videosesión apareció una pregunta constante, en diferentes versiones pero con un mismo enfoque... ¿Podemos construir un mejor negocio de la música?...

Daré mi respuesta en la conclusión, aunque de entrada me gustaría decir que existen muchas variables a tomar en cuenta.

Modelo Tradicional Vs. Modelo Moderno del Music Business

Muchas cosas han cambiado desde aquel momento a inicios del siglo XX donde la música pasó de ser una experiencia a convertirse en producto mercadeable.

Así se constituyó una industria naciente dedicada a pagar por una sesión de interpretaciones para generar un disco maestro, que servía para hacer múltiples reproducciones. No había un sistema bien organizado de regalías. El artista cobraba su sesión y se retiraba hasta que se le volvía a requerir para expandir el catálogo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, empresas como Decca, apostaron a crear entornos más cómodos de grabación y salas de conciertos acondicionadas, interesándose en el desarrollo de nuevos equipos como la cinta análoga (irónicamente una invención alemana para guardar registros de información y mensajes en código).

Los sistemas de pago y remuneración de los artistas se esquematizó de formas más complejas, pues la protección de Derechos de Autor estaba más vigente.

Esta cualidad de propiedad intelectual, siempre se ha manifestado a favor de las disqueras principalmente porque de forma tradicional, absorbían el costo total de la grabación y lo descontaban de las ganancias del artista, después de materiales, prensa y proceso de producción.

El nuevo modelo a través de streaming y descarga digital, no dista demasiado del modelo tradicional. Las quejas contra Spotify, Deezer, iTunes Music o Pandora por el pago de regalías y distribución digital se han incrementado por el descontento del artista al crear su obra.

Es discutible pensar que Justin Bieber puede cobrar lo mismo que una compilación de Von Karajan o como recientemente ha sucedido con The Beatles, cuya disquera decidió limitar el acceso a ciertos álbumes y contenidos, reservando la exclusividad en soportes físicos.

¿Cuáles cosas debemos cambiar en México?

Primero que nada, fijar el concepto de una justa retribución al creativo, principalmente en soporte y desarrollo en compensación por el modelo económico.

Hoy más que nunca, la audiencia está abierta a escuchar nuevas propuestas y se han establecido segmentos de mercado muy específicos en concentraciones clave, que pueden servir para explotar de manera más efectiva las oportunidades de proyección. 

También es indispensable iniciar en las generaciones más tempranas, el gusto por encontrar "su" música, más allá de alinearlos a los estilos particulares del entorno. 

Aquí la parte educativa es fundamental en el fomento al derecho de libre elección y respeto por los derechos de autor, una suma de esfuerzos entre diversas instancias gubernamentales, pero también de una sociedad más participativa y abierta que apoye la difusión de nuevas propuestas.

De la misma manera que se abren espacios a nuevas propuestas, también debe cultivarse una mayor responsabilidad por parte de los artistas. Exigir algo implica respaldar algo. El clásico argumento de que la música fluye por si misma en el negocio de la música, ha fomentado hasta cierto punto la falta de responsabilidad y compromiso por las disqueras independientes. 

Es un riesgo muy alto contratar o respaldar a una banda o solista que no tiene control artístico, más si está fundamentado en altas dosis de Redbull combinado con otras sustancias. O la ausencia de caracter profesional, limitándose a los 12 acordes que se aprendió con el círculo de sol en la preparatoria. Estas nuevas generaciones necesitan soñar menos y centrarse en su preparación. Muchos ya lo están haciendo y serán los músicos que se preserven durante la siguiente glaciación musical 4.0.

Conclusión

Mi respuesta final es que si, es posible construir un mejor negocio de la música en nuestro país. 

¿Sencillo, rápido e instantáneo?... Sin duda hay que romper con muchos paradigmas culturales, candados mentales y apatía por trabajar proyectos de fondo. 

Hay que apostarle a una transición paulatina en todas las áreas del Music Business, más incluyente, sobre todo, real y activa. Nada es gratis y este proceso no lo será en ningún sentido. 

Algunos músicos ya están visualizando nuevas alternativas de negocio, promoción, difusión y participación en mercados diversos. Por otro lado, una gran mayoría sigue buscando el sueño de fama que la industria tradicional impuso para preservar el Status Quo del momento.

Si vamos a crecer, entonces hay que dejar esos sueños atrás y trabajar conjuntamente en la reestructura paulatina desde dentro de la industria. 

Hay que volver a lo básico, al punto donde la música se convirtió en producto para devolverle el valor cultural, social y económico que se merece, trazando nuevas rutas, opciones y sobre todo, evitando negarle el compromiso que más allá de lo estético se merece.

Nadie va a cambiar al mundo solo... pero puedes convertirte en un agente de cambio y empezar a trabajar en aquello que puedes cambiar a tu alcance.

Gracias por leerme y nos vemos en el siguiente post.


Rafa Mendoza escribe para Ad Libitum
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