viernes, 9 de septiembre de 2016

Franquicias musicales: Juan Gabriel Versión Extendida...



Todavía no terminan los homenajes al Divo de Juárez y ya tuvimos de todo para comentar.

Desde la renuncia y disculpa pública de Nicolás Alvarado, hasta las teorías conspiratorias sobre la desaparición forzada de Juan Gabriel para evadir al fisco. (Después dirán que por eso hicieron renunciar a Aristóteles Nuñez).

Pero el mercado no deja de moverse con las etapas de luto. Ya es tradición la gran contradicción que todo músico o imitador propone en estos casos. Muere un ícono e inmediatamente se busca la manera de monetizar esa "inmortalidad, iconicidad y genialidad" a través de la venta de boletos, eventos artísticos y homenajes.

Esto no ocurre solamente en México. Sin embargo, analizando de fondo la psique mexicana, podemos decir que este gran disfraz del "homenaje artístico" es tan solo una visión inmaculada del negocio.

Murió Selena e inmediatamente empezamos a ver en las fiestas y salones de México, una gran cantidad de imitadores. Elvis, Beatles, José Alfredo Jiménez, Michael Jackson, Luis Miguel, José José... Ninguno se salva.

Hasta los que no han muerto, tienen asegurado ya su nivel franquiciatario. Es común ver en ciertos bares a grupos diversos nombrándose Cadetes de Linares, intérpretes de La Voz México que nunca participaron (o que pasaron en las eliminatorias), bandas tributo a Kiss y trovadores que pasan horas sentados en cafés recitando todas las noches los mismos temas que hicieron inolvidables a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Luis Eduardo Aute, Fernando Delgadillo, Mercedes Sosa, Alberto Cortéz y una que otra de Mecano (no nos íbamos a olvidar de Nicho Hinojosa ¿eh?).

La gran contradicción

Este ánimo por hacer las cosas funcionar, debería ser suficiente para encaminar un mercado más estable dentro del campo del Music Business. Sin embargo, su gran contradicción es caer en la ilegalidad dentro de la legalidad.

No malinterpretemos el hecho. De acuerdo a la Ley Federal de Derechos de autor, una marca o personificación artística, tiene derecho a una retribución por uso de licencia. Una cosa es el homenaje artístico sin lucro (que tiene hasta cierto punto un respeto de tipo moral y social) y otra cosa es disfrazar el lucro a manera de homenaje.

Los imitadores, ofrecen una derrama económica importante y evaden infinidad de regalías por derechos de autor. En algún momento, Roberto Cantoral intentó certificar a los bares y grupos musicales por los derechos de sus canciones. La comunidad musical y la sociedad, pegaron el grito en el cielo y el autor de El Reloj desistió del intento. Sin embargo, a través de SOMEXFON, este giro al cobro de regalías en bares y restaurantes ya se está implementando.

Emular a Juan Gabriel, Luis Miguel, Arjona, Emmanuel o cualquier artista parecido en imagen y obra, bien podría servir de base para el cobro de regalías y derechos de uso. A la fecha, no he encontrado a ningun imitador preocupado por derivar en sus pagos de Hacienda, un porcentaje de regalías a la editora o al personaje en cuestión.

Con Juan Gabriel ocurrirá lo mismo. Ya desde ayer, la Orquesta Filarmónica de las Artes, anunció que le rendirá tributo el 11 de septiembre a modo de homenaje con entradas desde los 200 y 300 pesos para apoyar su causa. Y así veremos en bares, fiestas, salones, plazas públicas, festivales, ir y venir los temas de Juan Gabriel. ¿Pero que tal se regodeaban los artistas de alto nivel cuando los Ángeles Azules lanzó su disco con Orquesta Sinfónica?

En nuestro post "Ganancias Post Mortem: ¿Se puede vender más muerto que vivo?", hablamos de la rentabilidad que la "pérdida" sensible de un artista ofrece como ingreso a la industria. Juan Gabriel hoy más que nunca, se hunde en esta trama enmarañada de la ilegalidad. Aunque las bases técnicas, legales y fiscales existen para su comprensión, todavía no ha llegado una autoridad que aplique este concepto.

"¿Y porqué la queja entonces?" dirán ustedes...

Conclusión

El negocio de la música en México, necesita aplicar encausadamente los recursos humanos, legales, fiscales, sociales y políticos para generar un entorno adecuado que impulse su florecimiento. 

Mantener las posibilidades de comercializar lo no comercializable (en todos los sectores), ha llevado al país a una crisis económica dependiente de la palabra, la promesa y la inestabilidad práctica. Negociamos a la mexicana, esperando beneficios de economía europea o americana.

Son infinitas las voces que claman mejores oportunidades para el negocio de la música, pero de ellas muy pocas estarían dispuestas a entrar en los esquemas que delimiten el entorno y lo ayuden a florecer.

"Queremos una mejor industria" clama el sector... ¿Y cuántos sobrevivirían de ponerse todo en orden?... Después de todo, si Juan Gabriel ha significado tanto para la cultura mexicana, ¿no deberíamos reconocerle también en lo legal y fiscal su aportación?

Si tu respuesta es "las cosas así son y nunca van a cambiar", entonces tenemos nuestro propio epitafio.

Rafa Mendoza escribe para Ad Libitum
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