lunes, 29 de agosto de 2016

Juan Gabriel: 45 años de negocio musical...



Todo mexicano tiene su historia con Juan Gabriel. Recuerdo a mi madre poner sus discos de "15 Grandes Éxitos" muchas veces durante mi infancia. Una portada azul con varias fotografías del cantante.

Su presencia en el hogar molestaba a mi padre, afecto a los boleros y la música folcklórica mexicana. Mi madre por el contrario, aprovechaba que su marido no estuviera en casa para escuchar a Juan Gabriel, Napoleón, Vicky Carr, Estela Nuñez.

Eran comunes las colecciones musicales de "Selecciones de Reader's Digest" (nunca pude entender quien era ese señor hasta que aprendí inglés), pero siempre estaba presente en el tocadiscos alguno de sus álbumes.

Eran discos tan utilizados, que se colocaban monedas sobre la pastilla (antes de quitarle 3 ceros al peso) para que la aguja sentara mejor y no saltara con los rayones provocados por el uso y las caídas de los brazos automáticos de las tornamesas. El desgaste de cada pasada, hacía necesario pensar en la compra de una copia más.

Juan Gabriel se insertó en el imaginario colectivo utilizando una estrategia diferente a otros intérpretes. Es una de las pocas mentes inteligentes del negocio de la música en México.

¿La clave? Su propuesta de valor como artista lo hizo diferenciarse de sus competidores y ubicarle facilmente en un entorno saturado por propuestas repetitivas que llenaban las estaciones de radio y programación de TV.

No buscó equiparar a José José en calidad vocal, agregar presencia a lo que Vicente Fernández estaba proponiendo o la clásica aparición de smoking y frack que acostumbraba Manolo Muñoz.  Su propio vestuario lo distinguió durante los 80's, 90`s, 00's y 10's.

En una época donde Siempre en Domingo se perfiló como el programa monopólico de la televisión mexicana, Juan Gabriel supo aprovechar la explotación de los íconos mexicanos desde sus inicios.

Cantaba al lado de Lucha Villa y Lola Beltrán, íconos de la música mexicana de aquellos años, para identificarse y mimetizarse con el público. Se le entregó a María Félix con su tema "María de todas las Marías" y con ello sembró un antecedente en el arte de las estrategias de marketing musical. Se dejaba "ver" con los grandes y eso le generó mucha simpatía.

Sus letras bajaron el tono de los intrincados arrumacos y dramas que proponían artistas como Raphael, Alberto Cortéz o Vicky Carr, para volverse cotidianos, simples, alegres y sin caer en el choteo de los cantantes de finales de los 60's que ya empezaban a descarrilar sus carreras cantando géneros "más maduros". Esas letras que hablaban tan parecido a como el resto de la gente siempre habló, es un sello que caracterizó los temas de Juan Gabriel.

Habló del amor prohibido, del amor sin condiciones, del Noa Noa, de no nacer para amar, del amor eterno (himno icónico para las madres en México) y todo aquello que siempre le rodeó. Apoyó a nuevas propuestas, porque sabía que seguiría atravesando las generaciones con esas referencias. Esos artistas son los que hoy llevan la palabra de "Juanga" a los nuevos públicos.

Estos elementos colaboraron a vender millones de copias en México y habla hispana, colocándolo como un artista vigente. No hay mexicano que haya dejado pasar la oportunidad de sentirse particularmente atraído por la música de Juan Gabriel.

Su relación con su madre siempre fue un mito que acompañó su carrera y que vinculó a una gran cantidad de seguidores con lo más sagrado que tiene el mexicano. Una identidad que se estimulaba por si misma.

Siempre existirá el debate con respecto a la calidad de sus arreglos musicales, su popularidad y su fama, pero en la industria discográfica, pocos artistas consiguen volverse icónicos y sumergirse en la piel de la memoria mexicana. 

Sea cual sea la razón por la que Juan Gabriel se haya sostenido en 45 años de carrera, es un hecho que no hubiese sido posible sin una visión del negocio en la música que recopiló de todas las entidades que conoció y aprovechó una red de contactos clave para posicionarse como uno de los ejemplos más exitosos en la industria.

Hoy, pocos artistas se dan cuenta de las sutilezas del negocio de la música, compitiendo en las mismas canchas, las mismas líneas o los mismos conceptos. Juan Gabriel pudo entender mejor que nadie a su audiencia y acercarle exactamente lo que quería. No tuvo reparos en identificarse con ellos y para ellos. Los escuchó, los siguió y atendió sin las herramientas que las redes sociales procuran en estos tiempos y que se han vuelto un mal necesario en el negocio de la música.

Viene la segunda pelea.. ¿Quién albergará los restos del cantante?.. ¿Parácuaro o Ciudad Juárez?... ¿Cuánta derrama económica podría dejar Juan Gabriel con su legado musical?... ¿Cuánto dinero podrían generar sus restos mortales asentados en alguna de estas ciudades?... Un capítulo sustancioso para analizar los próximos años...

Rafa Mendoza escribe para Ad Libitum Incubadora
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