miércoles, 12 de abril de 2017

¿Porqué se cancelan demasiadas fechas?...



Esta pregunta resulta un poco incómoda de resolver porque aunque no lo parezca, tiene varios elementos que no son fáciles de aceptar. Normalmente se hace culpable a la situación económica, a  políticas de estado,  autoridades culturales y en mayor o menor grado a las audiencias que "no apoyan a la escena nacional".

Y aunque todas son válidas y significativas, desde el punto de vista del negocio de la música, representan amenazas, es decir, circunstancias externas en las que es poco o nada posible incidir directamente en sus ajustes. 

En este blog, siempre hemos escrito con honestidad y responsabilidad, porque consideramos a estos valores fundamentales para un cambio en la industria. Tal vez esta respuesta sea difícil de digerir para cualquiera de los involucrados, pero reconocer un problema es el primer paso para resolverlo.

Tres tristes tigres...

La cancelación de un evento es resultado directo de la falta de acciones concretas por parte de 3 entidades claves en el negocio de la música: la administración del local (dueños o patrones), promotores (booking managers, representantes artísticos y managers) y conceptos musicales (músicos, bandas y desarrolladores de conceptos). 

Indirectamente, existen muchos otros involucrados en este aspecto, pero es importante separar el hecho de que las acciones gubernamentales, instituciones financieras, patrocinadores y/o proveedores de servicios no participan activamente en estos procesos, porque su finalidad primordial es centrarse en operaciones de gestión y administración de sus propios objetivos. Así que son elementos de los que más vale no considerar como actores principales, sino como posibles apoyos o aliados.

¿Quién no hace y porqué no lo hace?

Una vez que hemos encontrado a los interesados en el desarrollo de un evento, debemos asignar las acciones que cada uno deben realizar como parte de un trabajo conjunto, que genere una sinergia significativa y que proponga una solución creativa e innovadora diferente.

Empezamos con las partes difíciles de abordar y lamento si se hieren algunas susceptibilidades en el proceso.

Administradores de locales: Una situación común que afecta a los negocios o locales de espectáculos, es que no tienen definido su objeto de negocio. Principalmente se dedican a la distribución y venta de alcohol, porque analizan su negocio basado en el número de botellas que venden. Un negocio exitoso no es aquel que determina cuantas botellas o cubetas vendió por noche, semana o mes, sino aquel que fidelizó a un cliente por la experiencia de servicio que lo trajo al local. 

Sabemos que es común para algunos locales "complementar" sus servicios con otro tipo de productos no muy legales y bajo criterios poco regulados, pero hoy más que nunca, estos lugares deben ofrecer condiciones claras de seguridad, experiencia, flujo de clientes y facilidad de servicio que son muy bien valoradas por determinadas clientelas. 

No definir adecuadamente al cliente por sus características de consumo, impide fidelizar clientes que a pesar de tener alternativas por lugares más "grandes", "reconocidos" o con carteles más "atractivos", pueden decidir asistir a su lugar preferido para pasar un tiempo agradable y trayendo a su gente más apreciada con ellos. 

Hay que cambiar el chip de  distribuidor y punto de venta, a generador de experiencias con servicio dedicado y centrado en la necesidad del cliente. Aplica igual para locales que consideran vender simplemente entradas para espectáculos. No es el boleto, sino el significado del acceso.

Promotores: Es típico pensar que cada lugar y bar de este país es una oportunidad de vender una fecha. De hecho, esta es la palabra comúnmente utilizada por bookings y brokers. La palabra "vender" es significativa, porque al igual que las cervezas o botellas de un bar, son cuantificables y se consideran una forma de medir el impacto y éxito de un concepto musical. Es una práctica muy vieja y obsoleta de la industria, pues hasta hace 15 años, vender 1 millón de copias se utilizaba como argumento práctico para definir el éxito de un artista. 

Actualizar la visión de un promotor musical es fundamental para cambiar la palabra "vender" por "colocar" conceptos en su contexto de consumo adecuado. Requiere de habilidades administrativas, gerenciales, marketing, publicidad  y desarrollo de contenidos inmersos en la propuesta. 

Hay que prepararse para entender las nuevas corrientes de conceptualización artística, para saber donde, quien, cómo y porqué consume cultural, tradicional o conceptualmente un producto musical. Debe colaborar en la expansión de visión para los proyectos que representa y trabajar en conjunto con el administrador de locales para definir si los artistas que maneja influyen positivamente en el alcance de metas del negocio. 

¿Quién consume, cómo y porqué en esas condiciones?, son preguntas que el promotor debe ayudar al artista a responder y al administrador del local a conocer.

Artistas: La única forma de hacer reflexión en este aspecto al artista es a través de una emoción típica de estas circunstancias: la frustración. 

La cancelación de un evento resulta en emociones y pequeños lutos en el artista, puesto que considera la oportunidad como cercanía del éxito o meta que lo define como una propuesta exitosa en el medio y los recursos que pudo generarle. 

Sin embargo, este enfoque es un círculo vicioso, simplemente porque hay que entender que un concepto musical se estabiliza cuando existe un plan de negocio bien instrumentado, que identifica tiempos, espacios, entornos y ambientes de consumo que facilitan su posicionamiento en el mercado de la música. 

El artista musical olvida que en esta era, dedicarse de lleno en instrumentar su conceptualización artística (simplemente hacer la música que quiere), depende directamente de sus habilidades de comprensión sobre el terreno del negocio de la música y resulta como consecuencia de sus acciones en el negocio de la música. 

Derechos de autor, análisis de oportunidades, análisis de su propuesta, organización y plan de desarrollo son conceptos que no gustan de comprender, pero que se justifican ante la sensación recurrente de frustración que conlleva cancelar fechas o mirar impávidos como el local se va quedando vacío mientras avanza la noche.

Conclusión

Como emprendedores del negocio de la música, es importante leer entre líneas y utilizar la sagacidad, olfato y criterio basado en los hechos para mirar encima de la barrera mental más importante: el cambio.

Para cualquiera de los actores incluídos en esta historia, resulta importante soltar las viejas prácticas arraigadas culturalmente como válidas en una era y conceptualización de un negocio de la música "por la música".  Como se dice vulgarmente, "cambiar el chip" sin miedo a romper con el límite personal.

Para quienes intervenimos en el negocio de la música activamente, comprendemos que no hay nada más frío que un contrato bien definido y delimitado (contraste importante con un área creativa que se basa en la transmisión de emociones como identidad), pero que centrado en un análisis claro del entorno de la industria, los patrones de consumo y necesidades de cada implicado, representan y construyen voluntad de fortalezas para levantar proyectos que parecen imposibles. Ejemplos tangibles pueden ser las presas hidroeléctricas o los trenes transatlánticos debajo del mar. ¿Porqué no sería posible aplicar algo similar en la industria musical?

Si sientes que cancelar una fecha no te ha afectado , recuerda la frustración que te generó colgar el aviso en Facebook, cerrar la puerta del local pensando si mañana mejorará por el ánimo del cliente o si ha valido la pena mirar la agenda llena de promesas y líneas con compromisos que siguen estando en el aire a criterio de la publicidad que el dueño del local no ha cumplido.

Rafa Mendoza analiza el entorno de la música para Ad Libitum
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