lunes, 4 de noviembre de 2013

Cassettes: Rebeldes de nacimiento...



Mucho se habló durante los años '80 sobre la desaparición de los formatos análogos con la llegada del CD.

El vinil ha demostrado en los últimos años, que es posible mantener viva la tradición análoga en la industria de Audio Producción.

Para el consumidor promedio, el establecimiento del CD y la distribución MP3, pareciera que no hay salvación ni para el formato físico digital.

Entonces, ¿llegará el final de los formatos análogos próximamente, especialmente los de cinta?


El nacimiento de una nueva era

La palabra "Cassete" proviene del francés que significa cajita. Descendiente directo de la cinta de carrete abierto, se utilizó en sus inicios para almacenamiento de datos en computadoras bancarias.

La calidad de su construcción impulsó a Philips a introducirlo al mercado como opción de audio. En 1964 se registró bajo el nombre de "compact cassete".

Un acierto de Phillips fue licenciar de forma gratuita el formato, un antecedente del que Sony aprendería su lección con el formato Beta en los años ochenta.

Por primera vez era posible escuchar música sin el molesto ruido de la aguja y de manera más limpia. Con el nacimiento del sistema Dolby para atenuación de ruido, el cassete se dirigió a convertirse un estándar durante los años 70 y 80.

Otro poder había llegado al consumidor, grabar en casa sus cintas propias para compartir con la familia, enviar mensajes grabados en cassete o crear un demo en una grabadora multipistas.

Un medio rebelde por nacimiento.

Al cassete podemos atribuirle más allá de las posibilidades que ofreció al consumidor, una capacidad que se desarrollaría posteriormente con las grabadoras digitales.

En todos los países, los sistemas políticos, económicos, sociales y Estados, han comprometido la libertad y sometimiento de sus gobernados para mantener el control interno.

El cassete ayudó a promover, difundir, distribuir y establecer la democracia sonora, saltando los primeros filtros del derecho de autor.

En México, grupos como Los folckloristas, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, llegaban a través de cassetes pirateados en cuba. Los discursos del Ché Guevara, sirvieron de soporte para los cambios más importantes de los años 70. En México reinaba el romanticismo por el bolero, el rock fresa de Elvis y los Beatles, las sonoras y baladistas recetados por el monopolio de Televisa.

Grupos como Sex Pistols, Iron Maiden, Deep Purple, Pink Floyd, llegaban a cuenta gotas o eran distribuidos como copias de aquellos que podían tener la suerte de saltar al otro lado.

Los mismos grupos mexicanos de rock, encontraron su distribución de esta manera. Y así en muchos países como la antigua URSS, donde grupos como Metallica, ACDC, Sepultura y otros, se podían conseguir sólo en esta plataforma ante el bloqueo ruso al mercado capitalista.


¿Está próxima su muerte?

Aunque usted no lo crea, en México y otros países de américa latina, todavía se requiere el maquilado de este formato. Es cierto que la calidad ha decaido mucho y México no ha comprendido del todo que un cassete no es sólo un medio de distribución. Pocas son las disqueras que manejan sus catálogos en cinta de alta calidad como el Cromo y cinta de Metal, simplemente porque consideran que no hay mercado para ellos.

Mucha gente conserva sus viejos reproductores de casettes, grabadoras portátiles, walkmans, estereos del coche.  Me atrevo a decir que ningún reproductor de CD, alcanza la calidez y experiencia que requiere poner una cinta de cassete y voltearlo cuando termina.

Para los ingenieros en audio, es similar a grabar todo un disco en cinta análoga y editarla a la vieja usanza de la navaja, el gis y el frame by frame.

En los paraderos de las carreteras se pueden encontrar títulos todavía disponibles. Compilaciones de éxitos que todavía valen su peso en audio.

Conclusión

El cassete tuvo un declive importante con la llegada del CD, pero todavía no desaparece por una simple razón.... es toda una experiencia cuando se profundiza en este formato.

Tengo clientes que constantemente me llevan cintas de cassete grabadas del radio, porque mucho material está descatalogado y sólo lo manejan algunas radiodifusoras. Los pasamos a CD, sin embargo, prefieren mantener la cinta original para un futuro.

Yo todavía tengo cintas que son imposibles de conseguir en el mercado de Amazon, CD Baby o iTunes. Creo honestamente que nunca las volveremos a ver.  También poseo un Walkman Sony que suena excelente y que todavía utilizo de vez en cuando.

Existen toneladas de demos, diálogos, mesas redondas, entrevistas, música, audiocuentos y experiencias personales puestas en una cinta de magnoferrita en cada casa que podamos visitar.

El vinil está volviendo, simplemente porque la experiencia de aplicar una aguja sobre un disco con surcos, es una pieza de historia que podemos traer a la vida por nuestros propios méritos.

El Cassete tiene la particularidad de contener no sólo una historia, sino poder borrarlas y reescribirlas, algo que ningún humano había podido concebir hasta entonces.

Esta capacidad es predecesora de las interfases caseras que tanto suponen un daño a la industria. Nada más alejado de la realidad que esto

Yo levanto mi mano para pedirle a todos ustedes, que desempolven y limpien como antaño los cabezales de su reproductor de cassette con un cotonete y alcohol. Saquen de la caja del recuerdo algunas cintas y vuelvan a vivir la experiencia ahora acompañados de sus hijos.

El cassete está de vuelta... sólo basta que le demos ese valor que ha perdido a cambio de un disco compacto y la frialdad de bajar un archivo mp3 de baja calidad.

Rafael Mendoza escucha y transfiere cassetes en Ad Libitum Estudio
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