lunes, 2 de enero de 2017

¿Ha muerto el negocio de la música?...



Por Rafa Mendoza

¿Pregunta fuerte para iniciar el año?... Antes de comenzar, quiero desear a todos ustedes un creativo y productivo año 2017.  Esta es la clásica pregunta que tiene diversas respuestas desde distintos enfoques. Dicen por ahí que "todo depende del cristal con que se mire"...

La realidad es que no, el negocio de la música no ha muerto.

Y la respuesta es clara basándonos en los resultados ofrecidos en lo económico, en el desarrollo de mejores tecnologías para la grabación, producción de eventos, giras mundiales, servicios de streaming y otros rubros.

Es cierto, existen estudios cerrando en distintos lugares, músicos que abandonan su carrera y cada vez son más los que combinan un empleo fijo para compensar ciertos ingresos. Editoras que están cada vez más limitadas y promotores que se disputan cada vez más la posición de un proyecto. Pero aún así, la industria musical sigue estando activa y aporta una gran parte de los ingresos económicos a nivel global, nacional, regional y local.

¿Entonces, dónde está el dinero?

Si realizamos un análisis integral de la industria, nos daremos cuenta que los principales reclamos emanan dentro del rubro de la participación creativa. Ingenieros, músicos, productores, arreglistas, compositores y un sinfín de personalidades se han estado proclamando sobre la "lenta muerte" de la industria.

Entender el negocio de la música actual, ya no coincide para nada con el criterio generalizado de los últimos 25 años. Es un paradigma difícil de quebrar para el creativo tradicional, que limita su visión e interpretación sobre el negocio de la música a buscar ser escuchado, aceptado, entendido, comprendido y valorado por su música.

¿Tienen los millenials la culpa?... No, simplemente se trata de mercados poco estimulables. No son consumidores perseguibles más que a ciertos niveles. Es impresionante intentar decodificar sus necesidades de consumo tradicional y no encontrar respuesta. Mucho menos se puede interpretar de forma sencilla su forma de interactuar e identificarse con las actividades creativas.

Tampoco es que las disqueras majors, posean el santo grial al respecto. Los mercados de consumo en la música han ido perdiendo valor aceleradamente desde principios de los 80's. Los modelos musicales se replican constantemente en todas las artes, delimitando las oportunidades de mercado y consumo.

"La música no se vende"... Nada más cercano a la razón. Nunca ha sido un objeto de venta viable. Desde que los reyes compartían con sus marqueses a las grandes orquestas sinfónicas (absurdo para genios de la música tener tanta gente reunida), el valor nunca residió en la "calidad" y "apreciación" de la composición musical. 

Siglos más tarde y en medio de una revolución digital, la música posee igual potencial que muchas otros productos primigenios. Un tronco de madera sin trabajar, no incrementa valor hasta que pasa por el proceso de ser diseñado, cortado, retocado, lijado, barnizado, colocado en un catálogo y transportado al aparador de la prestigiosa tienda que lo pone en venta. ¿Es mas caro un librero de pino que nogal?, ¿es sólo la madera el único elemento a evaluar para ponerle precio?, ¿debe ser un diseño único o fabricado en serie para poder resaltar?

Un proyecto musical rentable, debe conseguir desarrollar sus elementos de la misma manera. Contener un origen y un destino, delimitado por la rentabilidad y necesidad de cada mercado. Se puede generar un producto rentable sin miedo a perder credibilidad creativa. Se puede generar un producto que respalde las necesidades de un sector hambriento de conceptos musicales. El artista se desvive por presentar su "nueva propuesta", pero mercado quiere una "experiencia de compra". 

El negocio de la música no ha muerto, ni morirá mientras existan los criterios suficientes para entender que la música, no es la gasolina suficiente que motiva al consumo en cualquiera de sus formas. El consumidor accede a aquello que puede permitirse y arriesga su dinero hasta donde puede arriesgarse. Pero siempre preferirá poner sus monedas en aquello que le satisfaga una necesidad clave.

¿Qué necesidad satisface Paquita La Del Barrio, Lupita D'Alessio, Jenny Rivera?... ¿Qué necesidad satisface Arjona, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés o Bob Dylan?... 

Quien comprende la función que cumplen en el mercado, podrá definir mejor el sello distintivo de cada proyecto, emprendimiento o visión artística que lo acerque a desarrollar su propuesta con mayores oportunidades de acceso al negocio de la música.

Gracias por iniciar conmigo este 2017. A partir de hoy, cada lunes subiré un artículo de opinión en este blog. Envíame tus opiniones en la caja de comentarios y ayúdame a proponer temas de debate para la siguiente semana. Te deseo un año lleno de oportunidades y será un placer crear en esta nueva etapa, las condiciones para un debate más abierto de nuestro entorno del negocio de la música.

Un abrazo fuerte y nos leemos mañana...

Rafa Mendoza es Director Creativo en Ad Libitum
@rafamendozamx
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1 comentario:

  1. Gracias por compartir tu punto de vista sobre el negocio de la musica, en tu experiencia, como puede ofrecerse una verdadera experiencia de compra a un usuario o incluso a un musico dentro de la misma cadena productiva?, llamese arreglistas, productores, estudios de grabacion etc?

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