martes, 2 de diciembre de 2014

Sonido para cine: ¿Sabemos valorarlo como audiencia?



Siempre que vemos una película o video, pensamos que el sonido está tan natural en todos los aspectos de nuestra vida que damos por sentada su existencia.

Nuestra atención se centra en la imagen. Pero el sonido combinado a esa secuencia de fotogramas es quien realmente aporta la veracidad al cerebro.

Se considera un concepto técnico, frío y sin importancia la manipulación del sonido. El glamour que ofrece un movimiento de cámara para ofrecernos una realidad alternativa creíble se vuelve en un mito poderoso ante la calidad de grabación de un sonido para una imagen.


La percepción en la audiencia

Supongamos que entrevistamos a 20 personas sobre una película conocida por todos. Usemos Titanic como un ejemplo. Más allá del diálogo final entre Leonard Di Caprio y Kate Winslet en la escena final, existen un sinúmero de sonidos sucediendo simultáneamente que le aportan al diálogo la atmósfera adecuada.

Al fondo, se escuchan los gritos de auxilio, el llanto de quienes han perdido a sus seres queridos, la emergencia no ha pasado. ¿Quién puede recordar el silbato de auxilio sonando al fondo del diálogo?.

Para la audiencia, estos sonidos provienen de la misma escena e implican a un conjunto de gente interactuando al mismo tiempo. Un micrófono capta todo esto y es lo que podemos escuchar en la película. 

El siguiente vínculo podrán mirar la escena
http://youtu.be/Pqno7nrkGbM?t=5m57s


Conforme la escena va pasando, la intensidad y número de esos sonidos se va reduciendo, hasta que la música se hace cargo del pasaje más lamentable que es la muerte de Jack.

El efecto mágico

El sonido es pieza fundamental de esta escena porque al inicio, durante la emergencia, prepara al espectador para tener la sensación de peligro. Bajo esa circunstancia, la sensibilidad ante la desgracia se incrementa y con ello la tensión que provoca la desesperación de estar perdido en un océano helado en medio de la nada. Los sonidos se van apagando para dar la sensación de abandono y supervivencia. La música, recupera en el último tramo esta ausencia de sonido para proporcionar una sensibilidad ante la muerte del personaje principal.

Para la mayoría de la audiencia, sólo tiene que ver que ellos se aman y uno se pierde en el fondo del océano. Pero ha sido la combinación de imagen y sonido la que ha conseguido ese efecto. En promedio la escena dura 6 minutos, de los cuales el espectador podría decir en la encuesta que dura unos 3 minutos aproximadamente. 

Algunos dirán que dura un poco más, pues varios estudios han confirmado que el tiempo calculado varía con respecto a la sensibilidad del espectador. Aquellos que se sumergen más en la escena, que más se conmueven con ella, parecen tener la percepción de vivir minutos eternos de angustia y desgracia que aquellos que siguen linealmente la película.


Conclusión

Titanic es tan sólo un ejemplo de como el sonido es parte fundamental para recrear un entorno y darle validez a una historia. De nada serviría una magnífica edición y actuación, si no hubiera un entorno acústico que lo posicione en el momento adecuado.

El teatro juega una y otra vez con estos elementos. En la televisión se está profundizando mucho este aspecto estético en las series televisivas. 

Nunca antes, la audiencia ha tenido tantos elementos dando vueltas delante de él, volviéndolo inmerso en un mundo paralelo.

Reconocer este trabajo, más allá del público y objetivo al que va dirigido, es fundamental para pensar y crear conciencia, que comprar una película pirata nos expone como audiencia lineal.

Al final, la película ganó un Oscar por mejor sonido. Si este premio no te parecía importante, ahora sabrás porqué se otorga.

Rafael Mendoza desarrolla producción en Ad Libitum
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