lunes, 19 de enero de 2015

Tianguis del Chopo: Reflejo de la industria en el país



Tuve la oportunidad de visitar el Tianguis del Chopo... Hace más de 10 años que no iba por ahí... 

Las cosas han cambiado mucho de como lo recuerdo. Otras no tanto. Iba con la intención de abrirme a las posibilidades que ofrece uno de los tianguis más populares y de alta concentración en México.

El tianguis del Chopo integra de forma especial a las subculturas de la gran urbe y es punto de encuentro para nacionales e internacionales que son invitados a visitarlo.

Este año se conmemoran 35 años de su creación, donde ha resistido embates políticos, mediáticos y hasta religiosos.

Más allá de lo que representa culturalmente, me gustaría centrarme en aquello que visualicé en estos días.

La música como centro de identidad

Nadie puede negar que la música es la parte importante del tianguis, donde se centra particularmente la atención de todos los visitantes. 

De ahí podemos partir a muchas otras cosas. La cultura del tatoo, piercing, manga, tribales y hasta caricaturas contemporáneas se han vuelto un parámetro en la venta de playeras, posters, bolsas, mochilas, gorras y publicaciones especializadas.

Algo muy importante reconocer es que hay puestos donde se han "especializado" en géneros muy particulares. Death Metal y Punk tienen sus áreas bien conocidas. La mayoría de los comerciantes musicales compran, venden, cambiar y revenden publicaciones nacionales e internacionales en sus puestos. 

Ediciones nuevas y antiguas hasta de "Videorisa", una publicación bastante irreverente nacida en los 80's que nada tiene que pedir a MAD.


La industria nacional

Anteriormente recuerdo algunos puestos directos de las disqueras más importantes de rock en el país. Hoy me encontré con meramente distribuidores indirectos. Es un poco difícil aceptar que el número de títulos de CD y DVD disponibles son en un 80% de grupos extranjeros, mayormente aquellos que dominan el mercado comercial. 

Muy pocos puestos tienen materiales nacionales y si hay uno que otro especializado la mayoría son copias de los originales. Tal vez esto responda al nivel socioeconómico que los envuelve. En México la banda como todo se divide en los de arriba y los de abajo. 

Pude ver mucha más gente de clase media alta comprar playeras, gorras y sudaderas. Más que hace unos años. Me parece que son los principales soportes del tianguis. Había banda de otros niveles, pero no ví a muchos de ellos consumir.

Los toquines son otro fenómeno que me percaté han cambiado. Los volantes que recibí ofrecen eventos con bandas recientes o clásicos de siempre. Los costos se están poniendo en rangos de los 120 a los 180 en preventa y hasta 250 el día del evento. La mayoría en la periferia del D.F y uno en Ecatepec.

Los toquines al final del tianguis siguen siendo su principal atracción con las bandas que se organizan para realizar los eventos. El sonido básico es suficiente para hacer brincar a la banda mientras hablan de música, toquines clásicos acompañados de una chela, agua o "churrito" para entrar en onda.

Internet no es la solución a todo

Ir al Chopo no es solamente comerciar. Tiene que ver con un concepto cada vez más olvidado por la era cibernética. Interactuar es imposible a través de una máquina. Para quien Facebook, Twitter y otras plataformas significan la revolución humana, la experiencia del Chopo es algo imposible de virtualizar.

En cuanto me introduje en ese mundo, vinieron a mi los recuerdos de adolescente, caminando con mi "carnal"  en busca de los últimos conciertos disponibles en VHS. Rascar entre los montones de cassetes y viniles apilados para hacer un lado un disco de Vicky Carr y mirar el rostro dibujado de Ace Frehley en su disco solista. Mover kilos de álbumes para hallar un disco de La Polla Records con una portada sacrílega, insultante y concientizadora en muchos sentidos.

Esta sensación es imposible de vivir en la "comodidad" de un iPhone. Estar con la banda y entender su "dialecto". Mirarlos debatir a pecho abierto que Hendrix es un dios y que Luis Miguel es una basura comercial. Ver caminar a punketos, darketos, emos, rockeros, rastas, metaleros y urbañeros en un ambiente inigualable bajo el sol y el calor del asfalto.

Conclusión

Espero regresar muy pronto al mercado del Chopo para levantar testimonios de la gente. Hay personajes en este tianguis que llevan años y tienen historias que contar. 

Particularmente me llamó la atención un caso de un rockero pasado en años acompañado de una dama que iban vestidos del mismo estilo. Una edad entre 45 y 50 años, el personaje iba ofreciendo copias de discos con una atención personalizada a quien estuviera dispuesto a escucharlo. 

Paso a paso iba mostrando su mercancía, tal vez de gustos muy diferentes a quien los ofrecía, pero con la cordialidad de iniciarlo en aquella música acompañada del misticismo del rock

Una industria que se ha transformado con la era digital y que a cambio de los avances tecnológicos están acabando con estas experiencias. Un mercado mexicano colapsado por los monopolios de transferencia como iTunes, Spotify y Pandora.

¿Hay salvación?... Yo creo que sí. 

Mientras este tipo de lugares se concentren en promover más el material nacional, las disqueras dejen su nicho digital actual y hagan un esfuerzo por integrarse a este tipo de distribución, las bandas se integren para generar interés en estos espacios, los medios independientes colaboren a gestar una red de comunicación virtual y física como en su tiempo fue Conecte, Aullido y Códice Rock, y mientras se mantengan estos espacios con presencia de todos los niveles, oasis musicales culturales como el Tianguis del Chopo serán puntos de salvación para una sección de la población que nunca tiene la oportunidad de manifestarse.

Visita el Chopo, pide más rock nacional y vive la experiencia cada sábado en esta gran ciudad...

Rafael Mendoza tenía años que no visitaba el Chopo
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