Los recientes hechos en Hidalgo durante la cancelación de Alfredo Rios "El Komander", iniciaron una respuesta en ámbitos sociales y profesionales de la industria.
Este caso, muestra la realidad de la industria que pocas veces se expone abiertamente y que se padece en distintos géneros en México.
Dejemos a un lado los debates sobre los gustos particulares y aspectos sociales que rodean al intérprete, para centrarnos en la dura realidad que nos precede.
El Komander y la quemazón no son coincidencia...
Hace unas horas, Alfredo Rios aclaró las razones para cancelar su concierto. "No había las condiciones profesionales" alegó el artista. Pues bien. En provincia, particularmente en eventos con poblaciones como el caso de Santa Ana Ahuehuepan, las condiciones para generar un concierto son extremadamente complicadas.
Las instalaciones de montaje no son bien realizadas, principalmente porque se renta el equipo disponible en la zona. No se supervisa adecuadamente los montajes y protocolos de seguridad adecuados. Pero esto no es culpa del empresario o la empresa de sonorización. El mismo artista y su equipo de trabajo, deben reconocer esta falla desde un inicio.
Si las condiciones nunca serán las adecuadas, ¿porqué vender una fecha sin la verificación previa del lugar?, ¿dónde están los protocolos necesarios para el montaje de espectáculos?, ¿quien es la autoridad que regula el desarrollo de proyectos como conciertos y cuáles son sus capacidades a nivel planeación y organización de eventos que pueda verificarlo?, ¿protección civil realmente conoce los requerimientos de seguridad para este tipo de eventos improvisados?.
Más allá del vandalismo que se quiera alegar alrededor del asunto, hemos visto colapsar tribunas, palenques incendiados por pirotecnia, personas sofocadas y atropelladas con sobrecupo, irresponsabilidad del artista al tomar bebidas alcoholicas sobre el escenario, lanzar improperios a diestra y siniestra durante la presentación... ¿Esas son las condiciones de seguridad que quiere el artista para presentarse?
Una multitud decepcionada va a responder a circunstancias clave, donde todos los elementos se conjuntan para crear una bomba emocional que explotará en cualquier momento. Esto ocurre en todos los escenarios y géneros que abarcan el país.
El "empresario" de estos eventos, difícilmente entiende que está tratando con un producto cultural y mira al artista como un producto que atraerá comensales hambrientos de su presencia, vendiendo boletos sin respaldo de políticas de acceso impresas al reverso, maquilados en imprentas de baja calidad, sin códigos de seguridad y autenticidad.
Paga al ayuntamiento su cuota y ofrece una tajada para que se le permita realizar el baile en una fecha programada, porque ya apartó al artista sin tener la localidad ubicada.
Porque es más sencillo conseguir gradas de tercera mano al último minuto para optimizar costos y porque es seguro que una pequeña empresa de sonorización, quiera presumir haber ofrecido el sistema de sonido a precio irrisorio (en muchos casos gratuito) para que este artista tan renombrado, lleve a cabo un evento que de entrada le pertenece.
No debemos olvidar que es común en artistas de este género, obtener una buena parte de su fama a base de pagos millonarios para que televisoras privadas y especializadas, repitan hasta el cansancio sus videos y notas, además de presentarse en los espacios de entretenimiento sabatino en cadena nacional.
Porque es más sencillo conseguir gradas de tercera mano al último minuto para optimizar costos y porque es seguro que una pequeña empresa de sonorización, quiera presumir haber ofrecido el sistema de sonido a precio irrisorio (en muchos casos gratuito) para que este artista tan renombrado, lleve a cabo un evento que de entrada le pertenece.
No debemos olvidar que es común en artistas de este género, obtener una buena parte de su fama a base de pagos millonarios para que televisoras privadas y especializadas, repitan hasta el cansancio sus videos y notas, además de presentarse en los espacios de entretenimiento sabatino en cadena nacional.
¿Y la seguridad?
Policía, protección civil y cruz roja, pagan la factura de una cadena podrida de la industria. La seguridad es inexistente desde que se contrata a un artista de este nivel mediático. El artista recibe el anticipo de forma directa y sin preguntar como, donde, cuando y bajo que condiciones estará presente. Firma contrato donde se deslinda de cualquier responsabilidad, ante un empresario que legalmente no tiene mucho que hacer para poder apartar la fecha del artista.
Y ahí empieza la cadena donde la seguridad es lo menos importante. No solo del artista, sino de su staff, el espectador, la infraestructura e inclusive la región.
Ahora, con 2 trailers quemados, cerveza robada, un escenario destruido y el humo del equipo de audio se puede observar tranquilamente la realidad de un sector económico cultural en provincia y su realidad actual.
En esta revuelta, no hubo pérdidas personales que lamentar, como ha ocurrido en otros espectáculos donde las avalanchas de gente han ahogado docenas de personas, gradas que han sepultado a los asistentes y palenques que se han convertido en trampas mortales ante la ausencia de protocolos de soporte adecuados.
Conclusión
¿Alarmista?... Más bien considero que son detalles dolorosos que no han dejado de brotar en nuestros días. Hace poco hablamos del Multiforo Alicia. Esa también es una trampa mortal para un desalojo ante una emergencia. Hay muchos cabarets, salones y espacios culturales en el centro de la ciudad que parecen intrincados laberintos, porque se han acondicionado para aceptar a más gente que la que pueden soportar.
Sus estructuras, están pensadas para soportar el tránsito de una familia promedio y sin embargo, 3 o 4 noches a la semana se ven invadidos por docenas de personas que podrían reaccionar de forma intempestiva ante una emergencia.
Aquí existen 4 culpables... El artista, el empresario, el gobierno y la sociedad misma, deben aprender que la cultura, en cualquiera de sus manifestaciones, requiere un espacio adecuado para su desarrollo.... Es un trabajo conjunto abandonar las prácticas "normales" de la industria; cambiemos el "así con eso y ya", antes de que se repita la frase "otra vez y como siempre"....
Rafa Mendoza escribe para Ad Libitum
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