El fin de semana me tocó intervenir en una conversación sobre si estamos viviendo una revolución musical o simplemente estamos dando vueltas cíclicamente.
Para quien adopte las formas y paradigmas de su infancia o adolescencia, es claro que la "revolución" musical tiene que ver con las redes sociales, la distribución online y los procesos de transferencia de archivos.
Para las nuevas generaciones, la "revolución" implica que existen nuevas maneras de decir las cosas y cada vez más libremente. Entremos al debate.
¿Qué es una revolución?
Revolución significa dar la vuelta a algo, no necesariamente un cambio, simplemente poner un lado contrario ya existente.
Las revoluciones pueden ser políticas, sociales o económicas. Se consideran principales porque su trasfondo es claro. La política se trata de cambiar un poder por otro, la social, una implementación de nuevos valores, usos y costumbres en una sociedad, y la económica gira a una nueva concepción para regular el uso de recursos.
Una revolución musical podría partir de varios aspectos basados en estos puntos principales.
Socialmente, la música debería estar al alcance de todos, pero no sólo en un formato distribuíble, sino realmente dignificada en las escuelas, institutos, comunidades y sobre todo, con posibilidades reales de desarrollo. Es una pena que en algunas localidades les duela a los padres de familia pagar 20 pesos por una hora de clase musical y paguen hasta 1000 pesos un curso de autoayuda.
Económicamente. la música debería proveer una derrama económica reconocida legalmente. Las empresas culturales empiezan a nacer y a ofrecer sistemas de apoyo al sector, legalizando y participando de la organización de músicos y proyectos musicales para incorporarlos a un sistema económico que no tiene una base para ellos.
Políticamente es otro cantar, porque dependería de los esquemas culturales, las transnacionales, la voluntad de gobierno para crear los espacios de diálogo y principalmente el músico entender que debe poner orden en la casa.
¿Qué impide una revolución musical en México?
Principalmente el egocentrismo, la ilegalidad, el compadrazgo, la ignorancia sobre la música y sobre todo, la irresponsabilidad como sociedad de mirar en el músico un concepto de diversión, más que de identidad y cultura.
Hay pocos estudios sobre este aspecto que me ha parecido importante y que iré develando mientras los leo y analizo.
Conclusión
Ser músico es una condición social, económica y política que vale la pena buscar. La mayoría del músico piensa que políticamente, la música no debe involucrarse porque pierde su "alegría". Sin embargo, la mejor vía para generar un cambio se encuentra precisamente en el arte.
Socialmente, queda mucho por hacer porque va de la mano de la calidad educativa y los elementos del entorno en que se desarrolle. Así como admiramos la música tradicional japonesa, hay que presumir la música tradicional mexicana quitándole los elementos de "romanticismo" europeo, los elementos emocionales que incitan al consumo de alcohol como forma de identidad, o que se usan como símbolos en mundiales y eventos similares.
Económicamente, mientras el gremio no luche por su posiciòn y reconocimiento de la aportación económica que realiza al país, difícilmente se verá beneficiado de los programas sociales y de promoción a la cultura. De que sirve protestar ante los recursos asignados a Conaculta, si llegamos tarde a la información. Sindicatos hay... pero quien los opera... quien los utiliza... a quien benefician...
Este cambio se debe generar en muchos aspectos, escuelas, maestros, alumnos, disqueras, agencias, intérpretes, productores, sonidistas, directores, orquestas... Fácil no es... pero posible...
Rafael Mendoza produce música en Ad Libitum
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